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Quien curaba a Miraflores

  • Foto del escritor: IGNOTO
    IGNOTO
  • 14 ago 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 15 ago 2020

Aunque la esquina de Mantaro luce desolada al caer la tarde, Walter Livias la recuerda diferente. Él tenía apenas nueve años, pero aun así la imagen persiste en su memoria. “Siempre veía que se llenaba de autos y camionetas”, comenta. Su relato lleva latente la figura de un personaje emblemático tanto en Miraflores como en el resto de Trujillo. El médico naturista Nacarino Pacífico Guerra.


Fotografía: Recuperada de RPP. Edición propia.


De pequeño, Walter también fue curado por él. “Uno tenía que meter el brazo en una ventanita pequeña. Ahí, alguien te tomaba el pulso y con eso te decía de qué adolecías”. Lo que cuenta, pese a sonar increíble, refiere a una de las habilidades más comentadas de Nacarino. Tal como quien fuera su maestro, el doctor Pablito, no necesitaba preguntar síntomas para determinar sus diagnósticos. Con solo sentir los golpes del corazón sobre la muñeca, podía entender la naturaleza de los dolores y recetar remedios naturales que los aplacasen.

“La gente le tenía mucha fe”, afirma Walter. No era para menos. Al nombre de Nacarino Pacífico Guerra, de por sí contraste entre paz y belicismo, se le asocia una cara de pocos amigos y un alma de muchas amabilidades. No cobraba por sus tratamientos, aun cuando el trabajo de obtener las plantas le llevaba a pasar meses internado en la Amazonía. En cambio, aceptaba donaciones voluntarias, que los pacientes dejaban en un tarrito sobre su escritorio.

Fueron ellos, los frecuentes visitantes, los que se encargaron de convertirlo en una leyenda trujillana. Walter es solo uno de los casos de éxito que el curandero obtuvo. Hay centenares de historias sobre Nacarino en la ciudad. Algunas de ellas incluso narradas por doctores que, ante la impotencia de los fármacos comerciales, acudieron a él por ayuda.

Hasta la actualidad, transcurrido ya un lustro desde su fallecimiento, las personas buscan a Nacarino en redes con la seguridad de que él comprendería sus males mejor que la medicina contemporánea. Ahora que el cruce ente Mantaro y Huampaní donde el médico trabajó se ve más solitario que nunca, la esperanza de sanación que abanderó por más de 35 años es la que pervive a su deceso.

Redacción:

Diandra García.

 
 
 

1 Comment


fcabanillasp
Aug 15, 2020

Buena nota, sólo indicar que el cruce es entre Mantaro y Huampaní...saludos

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