La verdad detrás del mito: Chopitea
- IGNOTO
- 17 ago 2020
- 2 Min. de lectura
Los liberteños tienen en su libro de culturas y tradiciones fantásticas historias contadas de generación en generación. Entre ellas resalta la de aquel hombre de apellido Chopitea y que hasta la fecha es el motivo principal por el cual la gente, sobretodo chiquillos curiosos, se reúnen en el cementerio Miraflores para visitar su tumba.

El mito
La historia gira en torno a Ignacio Chopitea, un granjero de condición humilde y pensamientos de riqueza y poder. En su desesperación por cumplir sus sueños invoca a Satanás quien accede a concederle todo el oro que fuera capaz de imaginar a cambio de su alma. Con el trato firmado, cada noche, a las doce, los vecinos se escondían en sus casas porque decían escuchar ruidos extraños mientras el nuevo hacendado cabalgaba hasta un cerro para sustraer todo el oro que su socio había acordado dejar. El día de cumplir con su parte del pacto llegó y Satanás marchó con su alma. Cuando los pobladores quisieron velarlo, el cuerpo desapareció y la familia lleno el ataúd con piedras para después otorgarle una sepultura digna.

La verdad
La cierto es que la historia conserva más ficción que realidad. José Ignacio Chopitea, desde la concepción tenía una vida asegurada con riquezas, pues sus padres eran doña Dolores Luna Victoria y don Manuel Antonio Chopitea Villalobos, herederos de familias trujillanas más adineradas. Estudió en la Universidad de San Marcos y fue el dueño de la Hacienda Laredo. Lejos del famoso mito, su cuerpo descansa en Lima.
Sin embargo, esto no detiene a que su tumba sea la principal atracción de los paseos nocturnos que organiza el cementerio miraflorino. Incluso, es el centro de reunión para realizar las famosas “misas negras”. Los rumores también señalan que hombres y mujeres dedicados a la brujería evaden con eficiencia la seguridad del cementerio para llegar a su tumba y realizar conjuros u ofrendas al icónico personaje trujillano.
Redacción: Dayana Haro
Comments